La crisis económica es ahora la culpable de casi todo. Nuestra condición humana ha encontrado en la crisis el escudo perfecto para algunas de nuestras miserias y gran parte de nuestras vergüenzas. No voy a negar yo a estas alturas la realidad de la crisis que asola tres cuartas partes del planeta, pero tampoco es cuestión de culpar a ZP, Sarkozy, Berlusconi u Obama del retraso en las obras del metro, los atascos o los ruidos de mi vecino un jueves de madrugada.
No obstante, un estudio llevado a cabo entre los responsables de asociaciones de recogida y protección de animales determina que la crisis económica es una de las principales causas del aumento de perros abandonados en España durante el año pasado. He aquí la miseria de nuestra condición humana a la que antes aludía. Compramos cariño barato e incondicional cuando tenemos solvencia económica, pero —ya lo decía un viejo proverbio árabe— cuando la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la ventana. Y así, el cachorrito precioso capricho de navidad termina dando con sus maltrechos huesos en una asociación de recogida de animales en el mejor de los casos, porque los hay de más dudosa moral que solucionan el asunto de forma más drástica.
Pues bien, este abandono de animales cuenta con la connivencia de muchos ayuntamientos, que miran para otro lado cuando se les menciona el DECRETO 92/2005, de 29 de marzo, por el que se regulan la identificación y los registros de determinados animales de compañía. La Junta de Andalucía, a través de dicho decreto, regula la identificación y los registros de determinados animales de compañía y OBLIGA a los propietarios a identificar perros, gatos y hurones antes de los tres meses de vida del animal o bien al mes de adquirirlo. Los veterinarios autorizados colocan un microchip, que es un dispositivo electrónico en forma de grano de arroz que se implanta debajo de la piel del animal y que permite su identificación. Uno de los mayores beneficios de la implantación del microchip es que posibilita la recuperación de los animales en caso de pérdida o robo. Pero además, está claro que funciona como elemento disuasorio en lo referente al abandono de animales.
Sin embargo, ¿qué ayuntamiento controla esto? Es fácil hacerse una idea de quién coloca el microchip a su animal de compañía y quién no. De este modo, el decreto queda en papel mojado, las autoridades hacen la vista gorda y, en caso de duda, siempre nos queda la crisis económica para quitarnos el muerto de encima.
16 junio 2009
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1 comentario:
No podrian las autoridades llevar un lector poratil de ese microchip y poder escanearlo en medio de la calle? es una idea, pero habria que castigar a quienes no ponen medidas contra el abandono de mascotas o su tenencia irregular y por supuesto contra los infractores, pero ya sabemos que con estas cosas es facil hacer la vista gorda
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