05 enero 2009

Sacar al perro y al reloj

Ahora que los días son cortos y el sol suele esconderse tras un espeso bosque de nubarrones grises, a mí me apetece mucho salir al monte, a pasear entre pinares a mediodía o subir barrancos entre la niebla en busca de la más bella puesta de sol. No obstante, mandan por el momento otras cuestiones de fuerza mayor que me mantienen en casa. Salgo a por el pan y a pasear al perro cuando la lluvia da una ligera tregua.
Hace unos días, el gran Santa Claus se adelantó a los Reyes Magos de manera brillante y se vino desde Estados Unidos con dos relojes nuevos. Uno era para mi amigo Armando, que además se ofreció de emisario motorizado para llegar hasta la puerta de mi casa con el flamante suunto core black yellow. Y claro, desde entonces, el mono por salir a la montaña es insoportable; es como comprarse un todoterreno 4x4 sport plus limited edition último modelo para ir los sábados a hacer la compra al carrefour y los martes y jueves por la tarde recoger al chiquillo de las clases de solfeo.
Ahí lo veo mientras tecleo, observándome desde su caja encima de la mesa, marcando 21º C y 793 metros de altitud. El pobre sufre en silencio pero sabe que llegará el día en que su temperatura vaya precedida del signo menos y marque altitudes de cuatro cifras. Hasta ese momento, se consuela cuando cesa la lluvia unos minutos; entonces decido sacar al perro y, ahora también, al reloj.

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